JACOBO HORNBERGER
Libertario Para PresidentE
Una campaña de principios para el Partido de los Principios
Mis posturas sobre los temas urgentes a los que se enfrenta NUESTRO país
ABRIR LAS FRONTERAS
La larga crisis migratoria de los Estados Unidos ha estado desde su inicio caracterizada por la muerte, el sufrimiento y la destrucción de la libertad. Eso no debería ser sorpresa, ya que el proceso de control de inmigración de los Estados Unidos es un sistema socialista, caracterizado por el principio centralista del socialismo: la planificación centralizada. Como lo dijo el economista liberal Ludwig von Mises, la planificación centralizada tiene como consecuencia un “caos planificado”, un término que describe perfectamente la interminable, mortal y destructiva crisis migratoria en Estados Unidos que sigue ocurriendo desde hace décadas.
Los sistemas de control de inmigración de Estados Unidos, que están completamente avalados por demócratas y republicanos, han traído muertes y sufrimiento masivo para los inmigrantes, en forma de sofocamiento en contenedores de camiones, ahogamientos en el Río Grande, muertes por sed en los solitarios desiertos del suroeste estadounidense o por balas disparadas por agentes de patrullaje fronterizo, conocido en inglés como Border Patrol.
Este sistema socialista también viene acompañado de un estado policial brutal en el suroeste estadounidense, que incluye puntos de chequeo en autopistas, puntos de chequeo móviles de patrullaje fronterizo, invasiones y requisas ilegales sin órdenes de allanamiento a granjas y ranchos, redadas violentas en negocios estadounidenses, deportaciones forzadas, un muro de Berlín que está basado en el robo de terrenos privados a través del dominio absoluto, prisiones de inmigración, vigilancia de actividades privadas mediante drones y abordajes de autobuses de transporte público para revisar los papeles de las personas. Este son el tipo de cosas que se encuentran en regímenes comunistas y otros regímenes totalitarios.
El término “reforma inmigratoria integral” es un término absurdo y disparatado. Cada “reforma” inmigratoria promulgada, solo ha empeorado la situación. Hay una, y solo una, solución práctica y moral para la interminable crisis inmigratoria Americana que sigue existiendo desde hace décadas: restaurar el legado estadounidense de fronteras abiertas, lo que conlleva el movimiento libre de personas en ambas direcciones a través de las fronteras, tal como funciona internamente con las fronteras estatales.
Eso representaría la abolición del control de tránsito que mantiene la Patrulla Fronteriza (Border Patrol) y del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) a lo largo de toda la frontera. Permitir a las personas que retengan su ciudadanía libremente. Mantener las fronteras genuinamente abiertas es el único sistema que es consistente con los principios de libertad, moralidad, religión (“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”), mercados libres y una república de gobierno limitado.
REVOCAR EL SEGURO SOCIAL
Contrario a la opinión popular, especialmente entre personas de la tercera edad, nunca nadie ha depositado su dinero en una cuenta de retiro del Seguro Social. Ese tipo de cuentas nunca ha existido. Las personas han pagado impuestos y esos impuestos fueron gastados en el año en el que fueron recibidos, en cosas como las invasiones y ocupaciones de Iraq y Afganistán o para enviar dinero al régimen corrupto en Ucrania.
Desde sus inicios en el año 1935, el Seguro Social no ha sido más que un gigantesco programa socialista coercitivo, nada diferente a los cupones de alimentación y otros programas de beneficios estatales. El concepto de Seguridad Social se originó entre socialistas de Alemania y fue luego importado a los Estados Unidos.
Para financiar al Seguro Social, el Servicio de Impuestos Internos (IRS) se apodera del dinero de personas jóvenes a través del cobro de impuestos y se los da a las personas mayores. No existe delicadeza ni compasión en este proceso. Si las personas se niegan a pagar sus impuestos, el IRS viene tras ellos con sed de venganza, con gravámenes, adjuntos, embargos, auditorías investigativas, enjuiciamiento criminal, multas y encarcelamiento.
Nuestros antepasados estadounidenses vivieron sin Seguro Social y sin ningún otro programa de beneficios sociales por más de un siglo. Eso es porque nuestros ancestros estadounidenses se oponían al socialismo. Ellos entendían que la caridad genuina venía del corazón dispuesto de un individuo, tal y como cuando los niños honran a sus padres por iniciativa propia, no porque hay un aparato coercitivo de cobro de impuestos y otorgamiento de beneficios.
El socialismo ha demostrado ser la perdición de la humanidad. Los republicanos y los demócratas lo apoyan, pero este programa socialista no tiene lugar en una sociedad genuinamente libre. Es un esquema Ponzi o estafa piramidal inmoral y fraudulenta que le quita a los jóvenes y destruye los valores familiares. También produce un estado mental de dependencia al socialismo entre los adultos mayores de los Estados Unidos. El Seguro Social necesita ser revocado inmediatamente, no reformado ni eliminado gradualmente.
Si el seguro social fuese revocado, todos estarían bien. Muchos adultos mayores son suficientemente adinerados y no necesitan el dinero, otros tendrán que regresar al trabajo. No hay nada malo con eso. Hay muchos adultos mayores en los sitios de trabajo, lo que los mantiene jóvenes y activos. Para los que están en verdadera necesidad, como por ejemplo: pacientes con cáncer con pocos recursos, ellos tendrán hijos y nietos (que ya no estarían pagando impuestos), fundaciones caritativas, grupos de iglesia, grupos de vecindarios, médicos y hospitales dispuestos a ayudar a quienes lo necesiten. Solo necesitamos recuperar nuestra fe en la libertad, en nosotros mismos, en los demás, en la caridad voluntaria y en Dios.
REVOCAR MEDICARE
Estados Unidos de América tuvo en alguna ocasión el mejor sistema de salud del mundo. Casi nadie tenía seguro médico porque no era necesario. Los precios eran bajos y estables. Ir a ver al doctor era como ir de compras al mercado. Los médicos amaban lo que hacían. Muchos doctores incluso hacían visitas domésticas. Las mejoras médicas iban en aumento vertiginoso.
Luego en 1965 vinieron Medicare y Medicaid, dos programas socialistas que terminaron destruyendo el mejor sistema de salud de la historia. Medicare y Medicaid, que fueron aprobados por tanto demócratas como republicanos, son la causa de la interminable crisis de salud estadounidense. Es por eso que los precios de la atención médica se dispararon por las nubes. Allí fue cuando los doctores comenzaron a odiar lo que hacían y empezaron a jubilarse tempranamente.
El socialismo no se puede reformar o arreglar. Solo hay una solución genuina para la crisis de la salud en Estados Unidos; esa solución no es un sistema de la salud completamente socialista, similar a los que existen en Cuba y Corea del Norte, que es el que los demócratas quieren imponernos. Eso solo haría que la crisis de salud empeore aún más de la situación actual. La única, de nuevo, única solución a la crisis de la salud de Estados Unidos yace en la revocación de Medicare y Medicaid, no en su reforma, y también en la restauración de un sistema de salud verdaderamente de libre mercado. Esa es la única forma en que podemos restaurar el mejor sistema de salud en la historia a nuestra tierra.
ABOLIR LAS LEYES DE DROGAS
Sería difícil conseguir un mejor ejemplo de la destrucción de las libertades que aquella que los republicanos y demócratas han infligido a nuestra tierra con su mortal y destructiva guerra contra las drogas. Ha traído violencia, muerte, corrupción y destrucción de la libertad y la privacidad de nuestra nación y también de naciones extranjeras. También es uno de los programas gubernamentales más racistas de nuestros tiempos, quizás aún más que la segregación, dado el impacto desproporcionado que ha tenido sobre los afroamericanos.
Los adultos tienen el derecho fundamental, natural y divino de poseer, consumir y distribuir lo que ellos deseen, sin importar qué tan dañino o peligroso esto pueda ser. Eso incluye alcohol, tabaco, marihuana, cocaína, heroína, opioides, fentanilos, azúcar, comidas grasosas y todo lo demás. Simplemente no le incumbe al estado controlar, monitorear o interferir con lo que una persona pone en su boca. El gobierno no es nuestro papito.
La guerra contra las drogas no es más que una prohibición repetida, que no trajo más que muerte, destrucción de las libertades y de la privacidad, así como el surgimiento de los grupos de mercado negro y los cárteles.
El uso de las drogas y la adicción pertenecen al sector privado junto con la terapia y la rehabilitación. Allí es donde está la compasión, no en el aparato coercitivo de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y el sistema de justicia criminal.
El único que se beneficia de la guerra contra las drogas son los capos de los cárteles y los burócratas del sistema de justicia criminal, cuyos enormes salarios y sobornos dependen de este gigante sistema federal inmoral y destructivo.
Los republicanos y los demócratas han hecho suficiente daño con su mortal, destructiva y racista guerra contra las drogas. Legalicen todas las drogas. Nuestra libertad, privacidad y bienestar lo requieren.
RESTAURAR LA MONEDA FUERTE
Una sociedad libre y próspera depende necesariamente de dinero fuerte. Desafortunadamente, ambos partidos, Republicano y Demócrata, han destruido el otrora mejor sistema financiero de la historia.
La Constitución, en sus términos expresos, estableció un sistema monetario basado en monedas de oro y de plata. No era un sistema monetario de “papel moneda respaldado por oro”, como lo expresan los demócratas y los republicanos. Nuestros ancestros estadounidenses rechazaron el papel moneda completamente. Todos los instrumentos de deuda del gobierno eran promesas pagaderas de dinero, ese dinero eran monedas de oro y de plata.
El oro y la plata fueron nuestra moneda oficial por más de 125 años. Nuestros ancestros estadounidenses así lo querían. Ellos sabían que, con papel moneda, los oficiales de gobierno saquearían a la población decimando y devaluando la moneda a través de la inflación.
En 1933, en uno de los actos más impactantes y moralmente repugnantes en la historia de Estados Unidos, el presidente Franklin Roosevelt declaró terminar el sistema constitucional de monedas de oro y de plata y comenzar un sistema basado en papel moneda. Con un decreto dictatorial que hubiese enorgullecido al dictador y fascista italiano Benito Mussolini, Franklin Delano Roosevelt ordenó a todos los estadounidenses entregar sus monedas de oro al gobierno federal a cambio de notas de papel que no podían ser canjeadas por oro, y luego procedió a devaluar su papel moneda cuando los ciudadanos cumplieron su orden. Franklin Roosevelt también ordenó que cualquier Americano que fuese sorprendido con posesión de lo que había sido la moneda oficial por más de un siglo, se enfrentaría a una condena judicial, a una sentencia de 10 años de cárcel, a una multa de 10 000 dólares, y la entrega de sus monedas de oro y plata.
La Reserva Federal, que se estableció en 1913, tenía el poder de saquear al pueblo estadounidense a través de la impresión de grandes cantidades de papel moneda para pagar por los gastos, siempre en aumento, de guerra y de beneficios del estado. Es por eso que el poder de compra del dólar americano se ha ido a pique, década tras década.
Una sociedad próspera y libre depende indispensablemente de la restauración de la moneda fuerte. Eso conlleva necesariamente abolir el Sistema de la Reserva Federal. La segunda mejor solución para restaurar los fallos monetarios del país es restaurar el sistema constitucional de monedas de oro y plata. Y la mejor solución es la de adoptar el concepto de sistema de libre mercado monetario propuesto por el ganador del Premio Nobel de economía, el economista liberal Friedrich Hayek.
RESTAURAR LA REPÚBLICA
Nuestra nación fue fundada como una República de gobierno limitado. Ese es el tipo de gobierno que la Constitución llamó a la vida. Sus poderes eran débiles, pocos y limitados a aquellos enumerados en la Constitución. Sus poderes eran restringidos aún más por la declaración de derechos. Así era como lo querían nuestros ancestros. Ellos no confiaban en el gobierno federal.
Nuestra República de gobierno limitado conllevaba una fuerza militar relativamente pequeña y no un pentágono, complejos militar-industriales, o la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Nuestros ancestros estadounidenses se oponían fervientemente a tener ejércitos en espera, porque ellos sabían que estos ejércitos, y no los regímenes extranjeros, eran su mayor amenaza a la libertad y el bienestar.
El peor error que nuestra nación ha hecho fue convertir el gobierno federal en un Estado de seguridad nacional después de la Segunda Guerra Mundial. Un Estado de seguridad nacional viene con una estructura gubernamental totalitaria. Corea del Norte es un Estado de seguridad nacional. Así como lo son Cuba, Egipto, China, Rusia y los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Al convertir el gobierno federal en un Estado de Seguridad Nacional, los republicanos y los demócratas destruyeron nuestros derechos y libertades al darle al gobierno federal poderes omnipotentes y totalitarios. Éstos incluyen los poderes de asesinato, tortura, vigilancia secreta masiva, y detención indefinida tanto para estadounidenses como extranjeros.
Los demócratas y los republicanos no procuraron ni impulsaron una enmienda constitucional que autorizara el abandono de una República de gobierno limitado y la conversión a un Estado de Seguridad Nacional. Eso significa que el Estado de Seguridad Nacional es ilegítimo bajo nuestra forma de gobierno constitucional.
Los demócratas y los republicanos dicen que el Estado de Seguridad Nacional nos mantiene a salvo. De hecho sucede lo contrario. A través de su política extranjera de intervencionismo, invasiones, guerras de agresión, ocupaciones, ayudas internacionales, alianzas con regímenes dictatoriales, crisis y golpes de estado, el Estado de Seguridad Nacional nos hace estar menos a salvo, especialmente a través de las retaliaciones y ataques de grupos terroristas. Como nuestros antepasados estadounidenses lo entendían perfectamente, un Estado de Seguridad Nacional es la más grande amenaza a nuestra libertad y bienestar.
La restauración de nuestros derechos y libertades depende inexorablemente del desmantelamiento del Estado de Seguridad Nacional y la restauración de nuestro sistema de gobierno fundado originalmente; una República de gobierno limitado y una fuerza militar básica y pequeña.
NO a LA GUERRA NUCLEAR
Utilizando a la OTAN para absorber a antiguos miembros del Pacto de Varsovia, el establecimiento de la seguridad nacional estadounidense nos ha llevado, una vez más, peligrosamente cerca de una guerra nuclear con Rusia, tal como ocurrió en 1962 durante la Crisis de los Misiles de Cuba.
La OTAN es un dinosaurio de la Guerra Fría que debería haber sido desmantelado al final de la Guerra Fría. En lugar de ello, el Pentágono ha utilizado a la OTAN para reavivar su Guerra Fría contra Rusia, para garantizar presupuestos cada vez mayores para el establecimiento de la seguridad nacional y a su ejército de voraces contratistas de “defensa” que se alimentan del comedero público.
Necesitamos adherirnos a las admoniciones del presidente Washington y del presidente Jefferson para evitar alianzas enredadas. Necesitamos aferrarnos a la política del presidente Kennedy de poner fin a la obsesiva hostilidad antirrusa que el Pentágono y la CIA han inculcado al pueblo estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Debemos retirarnos inmediatamente de la OTAN y poner fin a toda ayuda exterior a Ucrania (y a cualquier otro régimen). Nuestras vidas, libertad, bienestar y posiblemente nuestra sobreviviencia dependen de ello.